Publicado: 16.JUN.2025
La construcción de viviendas en España se ha convertido en una cuestión de Estado. Es verdad que el progreso de un país lo hacen sus ciudadanos con su trabajo y esfuerzo, pero para eso, es necesario que estos tengan una vida digna, lo cual resultará imposible si no se tiene acceso a un derecho tan básico y primordial para las personas, como es la vivienda.
Pero los problemas a los que se enfrentan hoy en día las empresas constructoras, tampoco ayuda a resolver el problema. La falta de mano de obra cualificada que obliga a alargar los plazos, el encarecimiento de los materiales y de la propia mano de obra, justamente por su escasez, unido a la especulación que existe de los suelos declarados como urbanizables, hacen que los precios de la vivienda nueva construida en España resulten prohibitivos para una gran mayoría de la población.
Por lo tanto, parece claro que el modelo tradicional de construcción de viviendas en España muestra signos de estar agotado, y si algo no funciona, la verdad, lo mejor es cambiarlo.
La alternativa al modelo de construcción tradicional, debe corregir aquellos aspectos que lastran actualmente la construcción en España, como son, la falta de mano de obra, el excesivo desperdicio de materiales o los plazos de ejecución. Estos son, entre otros, algunos aspectos que el nuevo modelo debe mejorar.
Y en este contexto, una nueva forma de construir se está abriendo camino en el sector: la industrialización de la construcción de viviendas. Este es un nuevo modelo que ya se está aplicando desde hace años, y parece que de manera exitosa, en muchos países de nuestro entorno, y que pretende dar solución a los males que asolan la construcción de viviendas en España en la actualidad.
La industrialización de la construcción de viviendas se refiere a la aplicación de técnicas y procesos que son propios de la industria manufacturera, pero aplicados al sector de la construcción.
Esto implica llevar a cabo la fabricación de componentes o elementos constructivos de una vivienda en un entorno de fábrica, donde se puede aplicar un mayor control de calidad y eficiencia, para luego ensamblarlos en el lugar de la obra. Entre los componentes más industrializados incluyen elementos estructurales (como pilares, vigas o forjados), fachadas, ventanas, cubiertas, baños, paneles de cocina y cerramientos.
Mediante la construcción industrializada se busca trasladar trabajos que tradicionalmente se llevan a cabo a pie de obra, y llevarlos a un entorno controlado (como son fábricas o talleres), en busca de conseguir una reducción de costes, tiempos de entrega y un menor impacto ambiental.
Y todo ello, porque los procesos industriales, por su naturaleza, permiten optimizar y desarrollar de una forma más controlada cualquier proceso de fabricación, de manera que permite mejorar los tiempos de entrega, optimizar gastos, a la vez que se hace un consumo más responsable de los materiales. Todo este proceso repercute, evidentemente, en un abaratamiento de los costes finales de construcción.
La industrialización de la construcción es un sistema basado en la automatización y optimización de técnicas y procesos de fabricación en un entrono controlado, como es una fábrica o un taller. Este hecho puede evitar, según recientes estudios, hasta un 60% de los residuos que se generan de manera habitual en una obra. Y generar menos desperdicio de material supone un ahorro de costes.
Por tanto, como primera ventaja, la construcción industrializada está demostrado que conlleva beneficios derivados de una mejor optimización de los recursos materiales y la reducción de posibles despuntes y residuos en el proceso de fabricación.
Además, según revela también varios estudios de especialistas en la materia, los residuos procedentes de obras que siguen un modelo industrializado, tienen una mayor facilidad para ser segregados y, por lo tanto, con mayores opciones para ser reutilizados como subproductos.
La optimización de tiempo y recursos, propios de una construcción industrializada, permite reducir los plazos de entrega entre un 30 y 40% en comparación con la construcción tradicional. Y todo ello, gracias a la aplicación de procesos mecanizados y por la posibilidad de trabajar en paralelo tanto en la fábrica como en el sitio.
Además, al realizarse la construcción de muchos elementos constructivos en un entorno controlado, hace posible minimizar los errores e imperfecciones que sí se cometen habitualmente en obra, lo que repercute en la calidad y durabilidad de la vivienda construida.
Por otra parte, la construcción industrializada permite llevar un mejor control de los costes en los proyectos constructivos. La optimización de recursos y la reducción de la mano de obra necesaria en obra, se traduce en un ahorro económico a largo plazo.
A esto se le une la mejora en las condiciones laborales, dado que el trabajo en fábrica ofrece un entorno más seguro y controlado para los operarios, reduciendo los riesgos de accidentes laborales y haciendo el sector más atractivo, incluso para los más jóvenes.
También no hay que pasar por alto aspectos como la sostenibilidad y la eficiencia energética. Con la construcción industrializada se reduce la generación de residuos y la huella de carbono hasta en un 70%, se optimiza el uso de materiales y se puede integrar mejor la eficiencia energética en el diseño de los edificios.
La industrialización de la construcción de viviendas, que arrancó en este país con viviendas unifamiliares, ya se está extendiendo a la edificación en altura, es decir, a la construcción de bloques de pisos, aplicando criterios de construcción modular y utilizando materiales de construcción de última generación como el hormigón de alta resistencia o la madera contralaminada (CLT).
El Gobierno de España ha impulsado el PERTE de Industrialización de la Vivienda para modernizar el sector, aumentar la productividad, mejorar la calidad, la sostenibilidad y fomentar la colaboración entre los distintos agentes implicados en la promoción y construcción de viviendas.
Se espera que la industrialización sea un motor de crecimiento económico, generación de empleo y una respuesta ágil a la necesidad de vivienda en este país.
Aunque actualmente el porcentaje de viviendas industrializadas en España es bajo (entre el 1,5% y el 3%), se prevé que para 2030, el 40% de las viviendas unifamiliares se construirán de forma industrializada.
El futuro del sector pasa por una mayor digitalización, automatización y el uso de tecnologías como el Modelado de Información de Construcción (BIM), la realidad virtual y aumentada, y la robótica para optimizar los procesos y ofrecer mayor flexibilidad y personalización en los proyectos constructivos.
Por último, y no menos importante, la construcción industrializada también puede suponer una oportunidad de desarrollo de una nueva industria en nuestro país, cuya producción de elementos arquitectónicos modulares puede exportarse fácilmente a otros lugares, lo que supondrá un nuevo y prometedor yacimiento de nuevos empleos para España.
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