Publicado: 31.DIC.2024
El tornillo de Arquímedes es una máquina muy simple que desde la antigüedad se ha venido utilizando para elevar agua de una cota inferior a otra superior, aunque también era usual emplearlo para elevar harina, cereales u otros materiales.
Aunque tradicionalmente su invención se le ha atribuido a Arquímedes (siglo III a.C.), recientes estudios sugieren que ya en la antigua Babilonia se empleaba un artilugio parecido para regar los campos, y que Arquímedes posiblemente lo que hizo fue perfeccionar su diseño.
Básicamente, un tornillo de Arquímedes consiste en un tubo hueco inclinado, en cuyo interior se instala el eje de un tornillo sobre el que se suelda una hélice o espiral que recorre el interior del tubo hueco de extremo a extremo, como se aprecia en la figura de arriba.
En uno de los extremos del eje se le acopla una manivela, de manera que al accionar la manivela hacemos girar el tornillo. Este movimiento de giro del tornillo en el interior del tubo hueco es lo que va a hacer que el agua vaya ascendiendo, gracias a la acción de empuje que ejercen las hélices o paletas que están soldadas al eje del tornillo.
Es muy importante el papel que juega en este mecanismo las bolsas de aire que se forman en el interior del tubo. Tanto es así, que si el interior del tubo estuviera completamente lleno de agua, sin que existieran estos huecos de aire, el tornillo de Arquímedes no funcionaría y no se podría elevar el agua.
Para que funcione correctamente este artilugio, el extremo inferior del tubo que aloja el tornillo no debe estar totalmente sumergido en el agua, sino que debe quedar parcialmente por encima de la superficie del agua, de manera que cuando gire el tornillo la hélice pueda recoger, además del agua, también bolsas de aire.
De esta manera, en el interior del tubo se forman bolsas alternadas de agua y aire. Y gracias al movimiento de giro de las hélices, hace que se desplacen las bolsas de agua en la dirección del eje longitudinal del tornillo, debido precisamente a este empuje que ejercen las hélices del tornillo sobre las bolsas de agua.
Este dispositivo tan sencillo a simple vista, fue fundamental en el desarrollo de las antiguas civilizaciones, donde se empleaba la fuerza manual del hombre o bien de animales para hacer girar el tornillo.
Aún hoy en día, se sigue empleando este diseño original en numerosas aplicaciones hidráulicas o para el manipulado y traslado de materiales, como son los transportadores de tornillo sin fin, un sistema de manipulación y transporte de material extremadamente versátil, que puede ser empleado, además de como equipo de trasiego de material, como dispositivo dosificador, o también como mezclador o agitador para determinadas aplicaciones industriales.
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